En su lecho de muerte Maud Lewis le dice a su marido Everett Lewis “Fui amada”

(30 de Julio 1970).

Con el comienzo de esta cuarentena sin fin nos volvimos en espectadores de cine y series on line a tiempo completo. Quién sabe cuándo se encontrará una vacuna contra el covid-19 que nos deje volver al mundo, del que, dicho sea de paso, estamos volviendo de a poco. Por el momento tenemos tiempo de sobra para pegarnos panzadas frente a nuestras pantallas.

Chusmeando un poco de Netflix encontré una película que fue estrenada en cines en el 2016 pero hoy está al alcance de todos en la pantalla chica. Se trata de Maudie: el color de la vida, protagonizada por Sally Hawking y Ethan Hawke. Con el guión de Sherry White y la dirección de Aisling Walsh.

Esta bella película se centra en la vida de la pintora Maud Lewis (1903 – 1970), oriunda de la provincia de Nueva Escocia, Canadá. Su dura vida fue marcada por la artritis reumatoide, enfermedad que empezó a padecer desde muy pequeña. Pero las consecuencias de esta enfermedad no fueron un impedimento para Maud.

Con todos sus percances personales ella salió adelante con amor y refugiándose en el arte, en los colores y las visiones que capturo a lo largo de su vida. Eso se puede ver reflejado en sus obras de tamaño pequeño, en las que destaca la esencia más viva de la naturaleza.

La artista en está película fue representada por Sally Hawking, quién deslumbra una vez más encarnando la dura vida de esta mujer. Su partenaire, es el galanazo de Ethan Hawke. Este último, interpreta a un tipo tosco y poco amoroso con las mujeres, cosa que choca con el actor, pero para los fines de la película cumple con el objetivo.

En un primer momento su rol es muy cruel con esta mujer que solo busca y puede dar amor y alegría, hasta llegar a un punto en que ese poder de buenas vibras terminan ablandando a este hombre rudo. Es el quién en última instancia le da amor y alegrías a Maud, cuidándola un si mayor tesoro.

A esta pareja podríamos denominarla como un loco amor, pero es el amor que ella acepto y le hizo vivir su vida con simpleza, una vida que le permitió desenvolverse y ser feliz a su modo.

No sé qué tan conocida es la vida de esta pintora canadiense, en la que, su enfermedad haya sido un motor importante para la creación de su obra que estaba llena de vida. Sin dudas, es todo un ejemplo de lucha y perseverancia. La película merece ser vista y seguramente sensibilizara a más de uno.