Sabemos que la cuarentena sigue y que las semanas se pasan unas con más sobresaltos que otras. La mía fue un poco complicada: estuve haciendo la cobertura de un festival de cine on line, escribiendo a contra reloj, mientras mi gato Werner (en homenaje al director alemán) se perdió en la manzana de mi casa después de una de sus salidas por los techos. Como les pasa a muchos, nuestras mascotas son parte indispensable de la casa y de nuestras vidas, muchas veces son la compañía perfecta, en mi caso, mis gatos me acompañan en cada visionado de películas y tienen sus propios gustos: todas aquellos films donde aparezcan animales, ya sean perros o gatos.
Ahora se me viene a la mente dos películas con protagonistas femeninas y su relación con las mascotas: Mr. Roosevelt (Noël Wells, 2017) y Wendy and Lucy (Kelly Reichardt, 2008). Una la vi el año pasado en Netflix y la otra la vi durante la cuarentena —está disponible en el sitio Zoowoman—. Ambas dirigidas por directoras mujeres y con una sensibilidad admirable, de esas con las que te sentís identificada, porque más allá de la importancia de las mascotas en sus vidas, estos seres peludos de cuatro patas hacen que las protagonistas cambien de alguna manera; su mera presencia —o ausencia—las harán dar un giro importante en sus vidas.
En Mr. Roosevelt, Emily Martin (la misma Noël Wells) una comediante con poca suerte que vuelve a su ciudad natal Austin, Texas, para visitar a su gato enfermo que vive con su ex novio y su actual pareja en la casa que compartían antes de marcharse. La protagonista tendrá que lidiar no sólo con el problema del gato sino también con todo lo que dejó inconcluso en el pasado. Con un tono de comedia al estilo mumblecore (cine indie americano de bajo presupuesto) y una puesta en escena que oscila entre el drama y la comedia la película se vuelve una experiencia desopilante y a la vez profunda.
Si Mr. Roosevelt es colorida y graciosa, Wendy and Lucy es todo lo contrario. Wendy, interpretada por Michelle Williams, se traslada con su perra Lucy y un baúl con todas sus pertenencias a Alaska para trabajar en una fábrica de conservas de pescado. Todo va bien hasta que, al cruzar el estado de Oregón, su auto se avería y tiene que llevarlo a un taller mecánico. Pero sus recursos económicos son tan escasos que termina robando en un supermercado una lata de comida para perros, allí es descubierta y llevada a la comisaría. Cuando, a las pocas horas, es puesta en libertad, resulta que Lucy ha desaparecido. En esa búsqueda desesperada de su perra, Wendy tendrá que lidiar con los peligros que le genera la soledad, su autoestima y con el fantasma de un pasado que, si bien quiso dejar atrás, siempre vuelve.
Tanto para estas protagonistas como para quién escribe, las mascotas lo son todo y si ellos faltan, nuestras vidas comienzan a tambalearse, somos mucho más dependientes de ellos que estos de nostrxs. Mientras espero que aparezca Werner, seguiré viendo películas en este fin de semana gris…