
Por Jaqui Ramirez
El sábado pasado, el pronóstico anunciaba un día inestable, ideal para quedarse en casa. Sin embargo, un mensaje de WhatsApp inesperado cambió mis planes por completo: una invitación a recorrer los impresionantes murales de Vicente Walter (1937-2002) en el vibrante barrio de La Boca. Y, para sorpresa, el sol brillaba con intensidad, augurando una experiencia inolvidable.
Este fascinante recorrido fue organizado por Jo-Li Days Turismo, muy bien guiados por Liliana Katz, y contó con la valiosa presencia del arquitecto Gustavo Cañaveral, miembro del Colectivo Vicente Walter Presente. Juntos, nos sumergieron en la vida y obra de Vicente, ese ‘albañil’ que, con cemento vivo, plasmó en sus manos la historia de La Boca.
Un legado por descubrir
Vicente Walter, un nombre quizás desconocido para muchos, es un artista que merece ser descubierto. Esta iniciativa ofrece una oportunidad inmejorable para acercarse a su legado, y para quienes ya lo conocen, profundizar en la obra de este hombre humilde y talentoso, cuya huella es imborrable en el barrio más pintoresco de la Ciudad de Buenos Aires.
Recorrer La Boca es sumergirse en un lienzo vivo, y en cada esquina, en cada fachada, se esconde la huella de este poeta de los materiales. Durante nuestra caminata, nos detuvimos a admirar la silenciosa grandeza de este artista que, con sus propias manos, esculpió el alma del barrio.
Walter, un autodidacta ajeno a los focos mediáticos, legó más de cuatrocientas “almas” de cemento y yeso. Con la aparente dureza de estos materiales, obró el milagro de dotar de vida, movimiento y volumen a obreros y bailarines, sirenas y angelitos. Cada altorrelieve es un fragmento palpable de la vida boquense: el puerto, el conventillo, el eco de un tango, la pasión futbolera. En sus figuras vibraba la idiosincrasia de un barrio que él, con su mirada reservada, supo capturar con maestría.
Vicente Walter vivió en la sencillez, rodeado de sus gatos, un verdadero fuera de serie con espíritu libre. Su obra, a merced de los cambios climáticos (sol, lluvia, viento), hoy cobra un nuevo valor. El tiempo le está dando una revancha, revelando con otra mirada el tesoro que nos dejó.
Hoy, la comunidad y diversas iniciativas trabajan incansablemente para lograr el merecido reconocimiento y la preservación de su legado. Sus murales son mucho más que simples obras de arte; son el corazón de La Boca latiendo en cada relieve, un eco de un artista que, desde la sombra, dio voz y forma a la esencia de un barrio. Seguir sus pasos es redescubrir la poesía oculta en el concreto, un emotivo tributo a la memoria de quien supo eternizar la vida.
Invito a todos a estar atentos a las redes de Jo-Li Days Turismo para futuros recorridos por las obras de Vicente Walter. ¡Sin duda, es una oportunidad imperdible para adentrarse en los recónditos y mágicos lugares que tiene La Boca, un recorrido obligatorio para el alma y los sentidos!
Algunos de sus murales se encuentran en:
- Dr. Enrique Del Valle Iberlucea 1282
- Pinzón 567 (“Caminito”)
- Hernandarias 845 (“La fiesta” y “Transporte José Beraldi”)
- Av. Pedro de Mendoza 1629 (altorrelieve de 2m x 15m)