
Por Jaqui Ramirez
La inmensa cartelera porteña ofrece un sinfín de propuestas teatrales para cada día de la semana. Y aunque siempre repito que es imposible abarcarlo todo, a veces, entre esa vasta oferta, surge una obra que, por alguna razón, resuena con tal fuerza que se convierte en un secreto a voces, recomendada incluso por quienes no son asiduos al ritual teatral. Tal es el caso de La curva del tiempo: una pieza que, sin conocerla de antemano, me intrigó por esa ola de entusiasmo que arrastraba consigo. Fue así como, el domingo pasado, me sumergí por el pasillo del Espacio Callejón dispuesto a desentrañar el misterio de su éxito.
La escena nos recibe en un rincón apartado de Argentina, quizás en algún sitio cercano a la majestuosa Cordillera de los Andes, donde Ángel despierta a un nuevo día. Alejado del mundo, aparentemente solo, pero acompañado por una tortuga, su silenciosa compañera de vida. Allí, en una paz casi tangible, lejos del estruendo de la ciudad, transcurre su existencia. Pero esa burbuja de tranquilidad se ve repentinamente sacudida por la irrupción de Lina, una mujer de la ciudad, un eco vibrante de todo aquello que Ángel dejó atrás.
Lina llega desbordada; su vida cuidadosamente armada ahora está patas para arriba. Con el auto averiado y el rumbo perdido, recurre a este hombre de buen corazón. Y es entonces cuando la trama, con una sutileza admirable, invierte la pregunta esencial: ¿quién termina ayudando a quién?
Pues, en ese ambiente que respira naturaleza y calma, algo profundo comienza a enraizarse. Casi sin percibirlo, asistimos a una transformación en Ángel, quien lleva años arrastrando una pena silenciosa, aguardando un regreso que ya no ocurrirá. Lina, con su caos y su presencia, se convierte en la pieza fundamental para guiarlo hacia una verdad largamente postergada.
La curva del tiempo fluye con una naturalidad que desarma. Posee esa cualidad única, casi hipnótica, de no revelar su destino, manteniendo al espectador en una intriga deliciosa. A medida que la obra avanza, la necesidad de saber más se vuelve ineludible; nos involucramos junto a los personajes en su derrotero hasta un final que se siente liberador y, a la vez, profundamente conmovedor. Porque, aunque suene increíble, desprenderse del pasado es una de las tareas más difíciles del alma humana.
La dramaturgia y dirección de Martina Cabanas Collell son un acierto mayúsculo. Él maneja un tiempo paralelo que no solo enraíza la escena, sino que la vuelve magnéticamente atrapante. Algo en la narrativa interrumpe el flujo lineal del tiempo, lo transforma tan repentinamente que añade una capa de atractivo ineludible a la obra. Y qué decir del elenco: Magela Zanotta y Federico Buso construyen personajes brillantes, tan auténticos y llenos de matices que es imposible no identificarse con sus dilemas y las emociones que transitan.
La vida, a veces, se torna ardua. Por eso, terminar el fin de semana en el teatro con esta propuesta es, sin duda, un placer que nos debemos. La curva del tiempo se presenta los domingos a las 17 hs en el Teatro Callejón.
FICHA TÉCNICO/ARTÍSTICA
Dramaturgia y Dirección: Martina Cabanas Collell / Actúan: Federico Buso, Magela Zanotta / Locutor: Jorge Gentile / Diseño de Iluminación: Txell Cabanas / Diseño de Escenografía: Ana Chung Oré / Fotografía: Gerardo Serre, Franco Verdoia / Diseño Gráfico: Franco Verdoia / Asistencia de Dirección: Camila Fische, Nuria Orellana Ortega / Producción Ejecutiva: Zoilo Garcés / Redes Sociales: Juani Romero @lacurva.teatro / Relaciones Públicas: Karina Hepner / Prensa: Adriana Schottlender
ESPACIO CALLEJÓN: Humahuaca 3759, CABA / Funciones: domingos 17hs.