El Eternauta, sin el héroe colectivo la armonía no tiene pie.

Por Juan Mendoza

“No se piensa en el verano cuando cae la nieve…”, con esos primeros versos de la canción “Paisaje”, interpretada por Gilda, Bruno Stagnaro da inicio a su versión de “El Eternauta”. Se suele decir que toda gran obra, condensa y anticipa la trama de su historia, en las primeras líneas de diálogos, frases y/o creditos. Todo el universo de lo que luego vamos a experimentar, ya “se cuenta” en esos instantes. “El Eternauta”, no es la excepción.

“El Eternauta”, la obra cumbre de la historieta argentina, tuvo su regreso triunfal de la mano de Netflix, la plataforma audiovisual más convocante a nivel global. La miniserie, es una transposición de la obra original de Héctor Germán Oesterheld y Francisco Solano López. Dirigida por Bruno Stagnaro, (director de “Pizza, birra y faso, y “Okupas”, entre otras producciones), la miniserie contó con la supervisión creativa de Martín M. Oesterheld (nieto del guionista) y un gran equipo de producción audiovisual jamás visto en la historia argentina.

Un poco de historia: “El Eternauta”, escrito por Oesterheld e ilustrado por Solano López, tuvo su primera aparición en entregas semanales a través de la revista “Hora Cero”, en el año 1957. Fue una serie de 106 episodios que llegó a los lectores todos los miércoles hasta el año 1959. Cuando el libro se reedita en un solo tomo durante 1969, Oesterheld escribe el prólogo con la frase que inmortaliza su obra: “El héroe verdadero de El Eternauta es un héroe colectivo, un grupo humano. Refleja así, aunque sin intención previa, mi sentir íntimo: el único héroe válido es el héroe “en grupo”, nunca el héroe individual, el héroe solo”.

El problema de la transposición

Para hablar del pasaje de la literatura al cine, es preciso problematizar el tema de la transposición. El fenómeno de la transposición es un fenómeno complejo y conflictivo, ya que para lograr el traspaso de un lenguaje expresivo a otro lenguaje expresivo siempre van a haber lagunas por el mismo hecho de que se están trabajando con dispositivos y códigos diferentes. Es menester comprender la especificidad de cada disciplina para pensar en las zonas compartidas y las que las diferencian, determinar que procedimientos pueden hacer de puente entre códigos diferentes, puentes que deben crearse por y para el film y/o miniserie, pues cada texto es diferente.

Aparece entonces el problema entre dos modos de representación, por tanto, la transposición va a tener que ver con la interpretación que se le ha dado a ese texto primero. Esto va a tener que ver con “la mirada” del autor, con lo que le interesa “contar” y/o “mostrar”. Son modos de apropiarse de los textos, y ese apropiarse es el que permite el vínculo entre las dos disciplinas. Cada autor expresa su subjetividad a la hora de representar una obra, y en ese recorte que el artista (Stagnaro) realiza, queda plasmado su punto de vista, su visión del mundo. No la verdad absoluta, sino su propia cosmovisión de las cosas y de la obra a representar. Esta versión de “El Eternauta”, es la interpretación de Bruno Stagnaro. De ahí su gran valía.

La miniserie no traiciona el espíritu de la obra clásica creada por Oesterheld y Solano López. Agrega y quita escenas, sin modificar el núcleo duro de la historia original. Lo esencial, esa lucha iniciada por un grupo de sujetxs comunes atrapados por una nevada mortal dentro de una casa de la zona norte del Gran Buenos Aires que se deciden a salir y enfrentarse a lo que sea que esté sucediendo afuera, se mantiene. Los cambios ligados a la edad de los personajes, el contexto actual, el uso de las tecnologías, no hacen más que enriquecer y complejizar la estructura narrativa de la obra.

En tiempos en donde lo que impera es la lógica del individualismo, donde lo único que prima es producir y consumir, “El Eternauta” desbarata e invierte la premisa capitalista del “sálvese quien pueda”, para dar paso al “nadie se salva solx”. En un contexto apocalíptico, vemos que lo que primero emerge en la miniserie es la desesperación, la mezquindad y la desconfianza por el “otro”, luego, a medida que la obra va avanzando, el relato irá construyendo el camino de lo individual hacia lo colectivo, reforzando los lazos de amistad, solidaridad y humanidad, de una manera conmovedora. “Lo viejo funciona, Juan”, la lucha colectiva, también. Hoy, mañana y siempre, LUCHAR SIRVE. SIEMPRE. Porque sin encuentro, sin el héroe colectivo, la armonía no tiene pie.

Ricardo Darín y el “star system”.

Para hablar de la elección de Ricardo Darín para interpretar a Juan Salvo, el protagonista de “El Eternauta”, antes deberíamos introducir la figura del “star system” dentro de la maquinaria del cine. ¿Qué es el star system dentro de la industria Hollywoodiense? El star system de Hollywood, traducido literalmente, significa el sistema de las estrellas, sistema que utilizaban los estudios de Hollywood para seleccionar, formar y promocionar a sus actores hasta convertirlos en estrellas de cine, con el fin de asegurarse la asistencia masiva de los espectadores a las salas de cine, así como el éxito de sus costosas producciones. ¿Desde esa lógica, quién mejor que Darín para interpretar a Salvo?, Ricardo es una estrella de la cinematografía nacional, tal vez nuestra única estrella, es un actor que goza de un gran reconocimiento mundial, que esté él, hace que miles de espectadores de todo el mundo, se acerquen a ver la obra solo por su presencia.

En esta nueva versión de “El Eternauta”, Stagnaro introduce una variable con respecto a la historieta, Juan Salvo, el protagonista de la obra, es un ex combatiente de Malvinas. Esta magistral decisión narrativa, nos conecta con una parte importante de nuestra historia: la Guerra de Malvinas y su herida tan dolorosamente abierta: “¿Cuándo volvieron las islas?” le pregunta su mujer cuando lo ve temblando en el baño en el que están encerrados. Juan es un veterano de Malvinas, un hombre roto que teme, tiembla y alucina. Un hombre encapsulado en esa guerra. Pero que es capaz de soportar y atravesar todo ese dolor, con tal de encontrar a Clara, su hija. Aquí también Stagnaro parece querer trazar un paralelismo con la historia reciente (y trágica) de nuestro país. La incansable búsqueda de Clara, por parte de Salvo y Elena, su esposa, nos recuerdan a la eterna búsqueda de Abuelas y Madres de Plaza de Mayo.

Una producción de alta escala.

El trabajo de dirección de Stagnaro, junto a Gastón Girod en la fotografía, destaca por su maravillosa capacidad para transformar los diferentes paisajes urbanos en escenarios visualmente impactantes con técnicas avanzadas de producción virtual y efectos visuales nunca vistos en nuestro territorio, una experiencia inmersiva de primerísimo nivel. Con un elenco de 2,900 personas y un equipo técnico de 150 profesionales, la serie promete convocar tanto a seguidores de la historieta como a quienes descubren esta epopeya renovada. La dirección cuidadosa de Stagnaro intensifica la tensión dramática, sumergiendo al espectador en una atmósfera cargada de urgencia y dramatismo.

El rodaje de El Eternauta, realizado en su totalidad en Buenos Aires, duró casi nueve meses. Escenarios emblemáticos de la ciudad fueron recreados con precisión mediante sets físicos y escenas digitales, desarrolladas en más de 50 locaciones y 25 ambientes virtuales. La serie innovó en cada etapa, integrando elementos reales y ficticios para construir un escenario tan apocalíptico, como desolador.

Héctor Germán Oesterheld. Memoria, Verdad y Justicia.

Si hay algo que se pone de manifiesto en la Ilíada de Homero es la ferocidad entre los enemigos. Se trata de uno de los poemas más violentos que se haya compuesto jamás. Sin embargo, en ese mundo de supuesta barbarie, hasta los peores enemigos deponían su cólera y restituían los cadáveres, para que los familiares de los soldados caídos, pudieran realizar el duelo. Ese acto no se le negaba a nadie en el mundo antiguo, era algo así como un derecho natural. Simone Weil en “La Ilíada o el poema de la fuerza”, señalaba los horrores de la Segunda Guerra Mundial. Comentaba el uso de la fuerza y el resultado del uso de esa fuerza sin límite. Ese resultado de la fuerza sin límite es la cosificación, es decir, la transformación del Otro, del oponente o enemigo, en una cosa. Y esa transformación en una cosa del enemigo se produce en la medida en que ese Otro pierde la dignidad y termina en la súplica más absoluta.

La deshumanización más extrema conduce a la justificación de la violencia y aniquilación de esos Otrxs que no son como “yo”, que son “subversivos”, (en términos de la última dictadura cívico- militar) y no semejantes. Oesterheld fue secuestrado el 27 de abril de 1977 por la dictadura cívico militar y continúa desaparecido, al igual que sus cuatro hijas. Hoy, a 48 años de su desaparición fisica, seguimos recordando y pidiendo justicia por Héctor, sus cuatro hijas (dos de ellas embarazadas al momento de su desaparición), y por los treinta mil compañerxs desaparecidos, por la restitución de los cuerpos, por la memoria, la verdad y la justicia. No perdonamos, ni olvidamos.

Porque Nunca Más es Nunca Más.


Ficha Técnica

Basado en la novela gráfica “El Eternauta” de Héctor G. Oesterheld y Francisco Solano López Dirigido por: Bruno Stagnaro.

Escrito por: Bruno Stagnaro y Ariel Staltari Consultor Creativo: Martín M. Oesterheld.

Elenco: Ricardo Darín, Carla Peterson, César Troncoso, Andrea Pietra, Ariel Staltari, Marcelo Subiotto, Claudio Martínez Bel, Orianna Cárdenas y Mora Fisz.

Producción: K&S Films

Productores: Hugo Sigman, Matías Mosteirin, Leticia Cristi y Diego Copello.