Nos sentamos a la mesa de una familia que lleva seis generaciones apostando por el barrio, en un conventillo donde la historia no solo se cuenta, sino que se vive. Cada objeto, desde la vajilla hasta los muebles, las fotografías y la pintura de la madera, es un testimonio de la cotidianidad que forjó sus vidas. Declarado de Interés Cultural por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, este lugar no solo mantiene viva la historia familiar, sino también la del propio barrio. Nos reciben Claudia, Guido y Elvio, quienes nos abren las puertas de su hogar para compartir sus valiosas anécdotas.
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